martes, 2 de julio de 2013

ENFERMEDADES MAS COMUNES DEL DOCENTE

MALESTAR DOCENTE
No podemos obviar el estado de opinión que existe entre los profesionales de la enseñanza y buena parte de la sociedad, sobre lo difícil que es impartir clases a los adolescentes de hoy. Este clima de insatisfacción, recoge consideraciones negativas respecto a la falta de disciplina en nuestro alumnado, falta de apoyo de padres y madres e incluso de la administración educativa, el importante número de bajas entre docentes por enfermedades mentales (depresión, ansiedad, etc.), determinadas rutinas perniciosas que se establecen en los centros y que no permiten el desarrollo óptimo de la actividad profesional (falta de profesorado de apoyo, inadecuación de horarios, las tutorías de las clases “más conflictivas” son asumidas por profesorado recién llegado al centro, etc.). Todo esto y más, hacen que la vivencia de su profesión por parte de muchos profesores y profesoras, no se haga de manera positiva, lo que les llevará a engrosar las filas de aquellos profesionales que sufren el día a día de su trabajo, llegando poco a poco a mayores cotas de insatisfacción y “malestar docente”.
A nadie se le escapa que estas profesiones exigen entrega, implicación, ciertos niveles de idealismo
y un indudable servicio a los demás y si todo esto se asienta sobre una personalidad “perfeccionista” con un alto grado de autoexigencia y con una gran tendencia a implicarse en el trabajo, podemos finalmente obtener un desequilibrio entre las expectativas individuales del profesional y la realidad del trabajo diario.
ANSIEDAD
Trastorno de ansiedad es un término general que abarca varias formas diferentes de un tipo de enfermedad mental, caracterizada por miedo y ansiedad anormal y patológica.
Cuando hablamos de ansiedad o trastorno de ansiedad, nos estamos refiriendo a un enfermar psíquico perfectamente definido por una vivencia subjetiva anómala, junto a unos síntomas somáticos que pueden corresponder a las manifestaciones del estrés que se han exacerbado, y todo ello unido a una conducta ansiosa observable.
Síntomas
Entre los síntomas subjetivos de ansiedad aparecen emociones displacenteras (intranquilidad, temores indefinidos, irritabilidad, impaciencia), dificultad de la atención y concentración (que lleva a una disminución de la memoria y del rendimiento intelectual) y en casos muy graves incluso sentimientos de extrañeza (bien respecto de sí mismo o respecto al mundo externo).
Los más frecuentes suelen ser los relativos al tórax (taquicardia, opresión en el pecho, palpitaciones, dificultad al respirar) seguidos de los que afectan al sistema musculoesquelético (tensión muscular, temblores, dolor de cabeza, sequedad boca, sudoración, sensación inestabilidad y mareo) y por último los que conciernen al abdomen (nudo estómago, nauseas, vómitos, diarrea o estreñimiento, mala digestión, meteorismo, alteraciones sexuales). Es característica la hipervigilancia, apareciendo dificultad para conciliar el sueño y volviéndose el sueño poco reparador, con pesadillas frecuentemente.

Los síntomas conductuales propios de la conducta ansiosa son inquietud, desasosiego, incapacidad para estar quieto, movimientos repetitivos (frotar manos, tics). Junto a ella aparece una conducta inhibida, con dificultad para el contacto interpersonal y bloqueo para hablar y moverse.
Los más frecuentes suelen ser los relativos al tórax (taquicardia, opresión en el pecho, palpitaciones, dificultad al respirar) seguidos de los que afectan al sistema musculoesquelético (tensión muscular, temblores, dolor de cabeza, sequedad boca, sudoración, sensación inestabilidad y mareo) y por último los que conciernen al abdomen (nudo estómago, nauseas, vómitos, diarrea o estreñimiento, mala digestión, meteorismo, alteraciones sexuales). Es característica la hipervigilancia, apareciendo dificultad para conciliar el sueño y volviéndose el sueño poco reparador, con pesadillas frecuentemente.
Tratamiento
Desde el punto de vista clínico es fundamental lograr un diagnóstico y tratamiento precoz. En atención primaria todavía es difícil de diagnosticar en la práctica, pues los pacientes deciden acudir a consulta después de la aparición de complicaciones como depresión clínica o abuso de sustancias.
Entre las opciones de tratamiento disponibles se puede percibir un cambio en el estilo de vida, medidas de educación e higiene psicosocial, sobre todo en el control del estrés, diversas modalidades psicoterapéuticas, especialmente la terapia cognitivo-conductual, y terapia farmacológica.

·         Psicoterapia

La terapia cognitivo-conductual ha demostrado ser altamente eficaz para los diversos trastornos de ansiedad. Esta terapia trabaja dos componentes principales de la psique humana, las cogniciones o pensamientos y la conducta. Por ejemplo, en el caso de la fobia social la modificación cognitiva ayuda al paciente a cuestionarse algunos de sus temores, como el de estar siendo observado o juzgado continuamente por los demás. El componente conductual busca cambiar las reacciones de ansiedad provocadas por la situación, principalmente a través de estrategias de exposición y desensibilización sistemática. Mediante la terapia cognitiva se intenta identificar y modificar los pensamientos disfuncionales, automáticos o irracionales que generan respuestas inadaptativas.

·         Farmacoterapia

Cuando la medicación está indicada por psiquiatras especialistas, generalmente se recomienda la toma de fármacos antidepresivos conocidos como ISRS, como medicamentos de primera elección. Las benzodiacepinas a veces están indicadas para tratamientos de corta duración. Actualmente se consideran fármacos de segunda línea de tratamiento por los efectos secundarios que acarrean, como el deterioro de las funciones cognitivas y el riesgo de dependencia.
ESTRÉS
El término estrés se emplea generalmente refiriéndose a tensión nerviosa, emocional o bien como agente causal de dicha tensión.
El estrés incluye 'distrés', con consecuencias negativas para el sujeto sometido a estrés, y 'eustrés', con consecuencias positivas para el sujeto estresado. Es decir, hablamos de eustrés cuando la respuesta del sujeto al estrés favorece la adaptación al factor estresante. Por el contrario, si la respuesta del sujeto al estrés no favorece o dificulta la adaptación al factor estresante, hablamos de distrés.
Cuando estas respuestas se realizan en armonía, respetando los parámetros fisiológicos y psicológicos del individuo, son adecuadas en función de la demanda y se consume biológica y físicamente la energía dispuesta por el Sistema General de Adaptación, adoptamos el concepto de “estrés” como
“euestrés”. No será hasta llegar a la situación límite de nuestra capacidad de control, cuando se produzcan las consecuencias negativas por su permanencia (cronicidad) o por su intensidad (respuesta aguda). Sin embargo, sin llegar a situaciones extremas, es positiva cierta dosis de estrés, necesaria para permanecer alerta ante el constante cambio, para que desarrollo y adaptación logren un ajustado equilibrio para proceder con normalidad.

Síntomas
Como proceso; los síntomas del estrés van apareciendo lentamente con el paso del tiempo, lo que incluye estresores y tensiones, es un proceso difícil de parar incluso cuando el factor desencadenante ya ha desaparecido. Este proceso implica ajustes e interacciones continuas (transacciones) entre la persona y el medio. El estrés se produce como consecuencia de un desequilibrio entre las demandas del ambiente (estresores internos o externos) y los recursos disponibles del sujeto (Lazarus y Folkman, 1986).
Hacer frente a los problemas supone un esfuerzo constante para dominar esas “situaciones negativas” que, algunas veces, se hacen presentes en la vida de todos los individuos. Depende entonces del sujeto, de su capacidad para manejar las situaciones; de sus esfuerzos por controlar; en definitiva, de su capacidad de adaptación, que su estrés se convierta en euestrés o distrés.
No obstante, me gustaría hacer hincapié, en como el medio puede ejercer una presión tal sobre el individuo, tanto se reciba de manera consciente o inconsciente, que puede llegar a desbordar la capacidad de adaptación, pudiendo llegar a generar graves patologías.
Podemos circunscribir el concepto de estrés al ámbito de trabajo de los individuos, de tal modo que su definición podría ser el desequilibrio percibido entre las demandas profesionales y la capacidad de la
persona para llevarlas a cabo.
Es precisamente el concepto de subjetividad individual, de percepción acorde con la personalidad,
lo que genera las mayores discusiones entre los especialistas en cuanto a las repercusiones jurídicolaborales del estrés como enfermedad profesional o laboral.
El mecanismo de respuesta por excelencia, previa valoración de un estresor, es la lucha o huida.
Si estas situaciones de estrés se dan en el plano laboral (algunos ejemplos pueden ser la inseguridad, la competencia, la búsqueda de eficacia, etc.), nos encontramos con que no podemos luchar con el gasto energético correspondiente, ni tampoco, teóricamente responder con la huida (escapar del distrés).
Es claro que la huida en el ámbito laboral es el absentismo, que junto con las enfermedades laborales son índices elocuentes de la repercusión del estrés organizacional sobre los trabajadores.
El desarrollo tecnológico ha provocado que el trabajo manual, artesanal, creador y fuente de buen
estrés sea reemplazado, a veces, por un trabajo mecanizado, automatizado, en cadena, a veces eficaz,
pero demasiado veloz, quizás menos fatigoso físicamente, pero causante de distrés por mayor estímulo
psicológico e intelectual.
También estaremos de acuerdo en que nuestra sociedad “organizada” pide a sus miembros una
calma “aparente” y que soporten presiones sin protestar, lo que potencia los factores causantes de estrés.
Esta situación de imposibilidad de modificar el estresor, estando sometido al mismo tiempo a importantes presiones psicológicas, conlleva a salidas como, por ejemplo, el cigarrillo, el alcohol, los psicofármacos, las drogas en general e incluso obesidad...que termina agravando el distrés y sumando factores de riesgo.

 SÍNDROME DE BURNOUT
También llamado síndrome de desgaste o del quemado  se puede considerar un trastorno adaptativo crónico y puede manifestarse tanto por un excesivo grado de exigencia como por escasez de recursos. el síndrome de burnout como una respuesta a un estrés emocional crónico caracterizado por agotamiento físico y psicológico, actitud fría y despersonalizada en la relación con los demás y sentimiento de inadecuación a las tareas que se deben realizar.
En este síntoma, nos encontramos con trabajadores, como profesores, que se enfrentan a una carga afectiva importante y acaban perdiendo el interés. Ofrecen un trato deshumanizado a sus alumnos, a los que ven como enemigos porque están desmotivados y emocionalmente exhaustos por su trabajo.

Síntomas
Tenemos entonces que el Burnout se caracteriza sintomatológicamente:
1) COMO ESTADO:
a) “Agotamiento emocional: ansiedad, labilidad con tendencia a la irritación y cierto abatimiento depresivo.
b) Sentimiento de inadecuación profesional: El sujeto se siente en dificultades o impotente para
responder a las distintas y cambiantes facetas del desempeño de su tarea. Este mismo hecho
repercute en la aparición de una autoimagen, que oculta, la falta de competencia y un deseo de cambiar de puesto, en muchas ocasiones hacia arriba en el escalafón, bajando su rendimiento y la calidad de sus prestaciones.
c) Bajada o pérdida de la autoestima profesional: Esta, evidentemente, repercute en la autoestima
personal, aumentando frente a ella el distanciamiento con compañeros y usuarios, ante los que con frecuencia se presentan autodefiniéndose como hipercompetentes.
d) Modificación de los modos de relación con los compañeros de trabajo y los usuarios de los servicios: Nos encontramos con que la relación pone de manifiesto componentes de inhibición, frialdad y distancia, al tiempo que se convierte en acusatoria hacia los demás de los deterioros en el trabajo; suelen aparecer descalificaciones masivas e inadecuadas de compañeros y usuarios, también se ha detectado el empleo, en ocasiones, de formas de humor más o menos sarcástica.
e) Aumento de la percepción y de la expresión de insatisfacción en el trabajo: Se detectan situaciones de sobrecarga, ambigüedad y conflicto de roles, quejas salariales fuera de contexto y todo ello con un esfuerzo racionalizador en su expresión pero inoperante para su abordaje.
f) Conflictos interpersonales: En ellos aparece como común denominador la insensibilidad y la hostilidad más o menos encubierta. Estos conflictos pueden orientarse tanto hacia los compañeros como hacia los usuarios y en situaciones más extremas invadir otras esferas tanto del organigrama como extralaborales.
g) Alteraciones físicas y comportamentales: En ocasiones pueden aparecer síntomas del tipo: insomnio, cansancio excesivo, dolores de cabeza y otros, así como aumento en el consumo de tabaco, café, fármacos, agresividad tanto con compañeros y/o usuarios como familia, vecinos...”
 Como se puede comprobar, es más fácil describir el Burnout que definirlo.
El rasgo fundamental del Burnout es el cansancio emocional y la sensación de no poder dar más de
sí mismo, para poder protegerse de ese sentimiento negativo, el sujeto trata de aislarse de los demás,
desarrollando una actitud impersonal hacia los usuarios y los compañeros, mostrándose cínico, utilizando etiquetas despectivas o bien haciendo a los demás responsables de sus frustraciones.
 Muchos autores, consideran la ausencia de un apoyo significativo, como un factor clave para que se
produzca el “desgaste”. De la misma manera, se ha denotado la presencia de líderes que únicamente aportan retroalimentación negativa en ambientes laborales con gran presencia del fenómeno Burnout, frente a bajos niveles del síndrome, en ambientes con altos niveles de apoyo sin reducir la autonomía de los sujetos.
Causas
A continuación se exponen los desencadenantes más potentes de Burnoutido citando:
1) Las relaciones interpersonales en el trabajo.
2) Encontrarse insatisfecho con su rol.
3) Experimentar altos niveles de estrés en el trabajo.
4) Sentimientos de apatía y claudicación.
5) Recibir apoyo inadecuado.
Hemos podido comprobar que el síndrome es un patrón de síntomas, actitudes y conductas que varían en cada sujeto.

DEPRESIÓN
Una alteración del estado de ánimo, caracterizada principalmente por tristeza y disminución de la autoestima
La depresión desde nuestro punto de vista consiste en una enfermedad y remarcamos lo de enfermedad, que es tratable y que afecta básicamente al estado de ánimo del que la padece provocando una profunda sensación de tristeza que hace disminuir la autoestima personal y que bloquea psíquicamente a quien la padece.

La depresión es más común entre las maestras, por el manejo de adolescentes. "Ellas son capaces de sentir lo que viven sus alumnos, pues asumen su rol maternal", Yaneth Sofía Rodríguez, asesora del Ministerio.

Causas de la depresión

El no cumplimiento de las expectativas que motivan a los docentes son, indudablemente una de las causas de depresión.

Perspectiva cognitiva:

·                    Percepción de Control en el ámbito docente
La falta de control en el ámbito docente es el principal causante de malestar docente. Se dice que existe una imposibilidad inherente al ámbito escolar para mantener un control efectivo por la imprevisibilidad, la cantidad de eventos nuevos que suceden en la escuela. Y esto es más contundente dentro del aula causando mayores niveles de estrés. Según el estudio realizado por esta profesora, existe una relación inversa entre control y depresión, a menor control, mayor grado de depresión.
·                    Atribuciones causales sobre el rendimiento y sobre la conducta de los alumnos
Lo que los profesores piensen en relación a las causas de us fracasos condicionará sus expectativas futuras, sus emociones y sus conductas. Si el docente, ante los fracasos de los alumnos realiza atribuciones causales negativas, se verá perturbado inmediatamente por una serie de sentimientos negativos que le impedirán pensar con eficacia, se desmotivará y aumentarán sus fracasos cayendo pues en la depresión.
·                    Las expectativas como mediador cognitivo
 Dos tipos de expectativas:
a)            Expectativas de eficacia personal, es la creencia que se tiene de que se es capaz de realizar cierto resultado.
b)            Expectativas de resultado, es creer que realizando determinada conducta se obtendrá un cierto resultado.
No tendrá la misma repercusión sobre el docente el que piense que no él no puede hacer nada para solucionar un conflicto (primer caso), a que piense que nadie puede hacer nada (segundo caso), evidentemente, las consecuencias serán más nefastas en el primer caso que en el segundo.

·                    Que piensan los docentes

Por otro lado, los profesores y maestros tienen su propia opinión sobre que factores son más importantes con respecto a la depresión, los señalamos a continuación.
1.            La cantidad de trabajo que les "sobrepasa" ya sea por falta de tiempo o de exceso de tareas.
2.            La sobrecarga de tipo emocional (se les exige que se impliquen a nivel personal con los alumnos, padres, sociedad... en relaciones que son conflictivas),
3.            Ambigüedad de rol o grado en el que el profesor no tiene claro cuál es su rol como docente, qué se espera de él por parte del Centro, los alumnos, los padres y la sociedad en general,
4.            Conflicto de rol o grado en el que el profesor percibe instrucciones contradictorias respecto a cuáles son sus cometidos laborales,
5.            Falta de apoyo social por parte de compañeros, centro, etc.
6.            Falta de coordinación entre los compañeros en realizar trabajo en equipo,
7.            Desmotivación, apatía e indisciplina por parte de los alumnos,
8.            Obstáculos técnicos como problemas en el material didáctico y fallos y/o averías en la infraestructura y/o instalaciones.

 Repercusiones de la depresión de los docentes.

En este apartado hablaremos de las repercusiones que tiene la depresión de los docentes, por un lado repercusiones sobre la propia salud y por otro lado, repercusiones en el ámbito escolar.

·                    Repercusiones sobre la propia salud:

El agotamiento docente puede repercutir en la salud física o mental. Las consecuencias en la salud, siguen un proceso gradual y creciente desde el punto de vista de la gravedad y, afortunadamente, decreciente respecto del número de docentes afectados.
Es casi generalizado en el docente afectado el estado de agotamiento y la sensación de cansancio físico permanente así como altos niveles de ansiedad haciendo aparición el síndrome del estrés. Se genera un fuerte sentimiento de depreciación propia y se autoculpabiliza ante la incapacidad de mejorar la enseñanza, este sentimiento afecta no solo al ámbito laboral, sino también al ámbito social y personal.

·                    Repercusiones en el ámbito escolar:

Se puede observar que existen dos grandes bloques de estudio, por un lado tenemos las repercusiones de la depresión cuando el afectado es el alumno y por otro lado, el que nos interesa aquí, tenemos las repercusiones cuando el afectado es el docente.
En este segundo caso, la depresión afecta a la figura del docente, y evidentemente, el padecimiento de este trastorno, afectará desde la base misma, el funcionamiento y desenvolvimiento normal de la vida de la persona que lo sufre.
El proceso se inicia con la aparición de sentimientos de desconcierto e insatisfacción, que surgen por la influencia directa o indirecta de los factores relacionados con el entorno laboral. Estos sentimientos generan el desarrollo de esquemas de inhibición en la actuación con los alumnos y, en general, en toda la actividad educativa
Las reacciones más frecuentes por parte de los docentes son la inhibición en el desempeño de la tarea y el absentismo laboral, además, se frena la implicación personal y, en consecuencia, se despersonaliza la enseñanza y la relación con los alumnos. En muchos casos, el absentismo laboral termina con un abandono de la profesión.
Por tanto, las consecuencias de la enfermedad afectarán de forma directa y multiplicativa a todo lo relativo al ámbito laboral y los primeros afectados de este ámbito laboral, sin ninguna duda son los propios alumnos.
En las primeras etapas educativas, los alumnos se encuentran en pleno desarrollo evolutivo, y este desarrollo se produce siempre en compañía y bajo la supervisión del docente que es un guía, evidentemente, si la persona que guia el pleno desarrollo evolutivo de estos alumnos padece de depresión, esto afectará de forma directa en la formación y consolidación de la personalidad de los alumnos. Estos se convierten en receptores globales y directos de su acción y asimilan con muy poca o ninguna capacidad de discriminación todo lo que el docente les transmite y no solo en cuanto a contenidos, sino también en cuanto a actitudes, sensaciones, reacciones… En muchos casos el docente, de forma consciente o inconsciente, se convierte en un modelo a emular y a seguir y esta influencia es innegable.
Los efectos patológicos de cualquier enfermedad ejercen lógicamente una influencia considerable que matiza y condiciona la forma de desempeñar la tarea docente. Pero deben tenerse en cuenta también el gran conjunto de variables que condicionan lo efectos, entre ellos, la edad de los alumnos, el estilo educativo del docente, la materia impartida, lo severa que sea la depresión, la personalidad, no solo del docente, sino también de los alumnos…
Si la depresión llega a un punto de afectación muy grande, se hace necesario el cese de la actividad docente, puesto que lo que ha desencadenado la enfermedad a sido precisamente el contexto laboral. Es del todo necesaria una médica y psicológica para facilitar, la curación. Una vez alcanzado el objetivo de remisión de la enfermedad y cuando se vuelva a la actividad docente, sería muy conveniente poder contar con estrategias de prevención que impidan una posible futura recaída.
La vocación docente que anima, en definitiva, el rol del profesor hoy en discusión, constituye una pieza clave en el engranaje del funcionamiento de la sociedad y, lo que es más importante, del futuro de la sociedad. Por este motivo no se puede dejar de trabajar para devolver a esta “pieza clave” su propia identidad, de forma que pueda seguir desempeñando la tarea que le corresponde. Si no es así, privaremos a la sociedad, y al futuro de la sociedad, de la beneficiosa, única e insustituible acción que al docente sólo compete y que nadie en su lugar puede realizar, creando, de este modo, lagunas y omisiones que tarde o temprano podrían llegar a manifestarse como daños irreparables a nuestros educandos en formación.

Como prevenir y tratar la depresión

La función del maestro o del profesor es una función con gran trascendencia social y cultural. Por las manos de un mismo maestro pueden pasar a lo largo de su vida laboral miles de alumnos que se ven afectados por dicho maestro y sus circunstancias.
Por esto, el problema de la depresión puede ser muy grave porque un maestro con depresión puede afectar a miles de alumnos y como hemos visto no se trata de un problema que afecta a un número bajo de docentes sino que afecta a bastantes de estos.
Por todo esto consideramos de suma importancia otorgar a los docentes las armas para prevenir la depresión, y en caso de padecerla, los mecanismos para tratarla y poder superarla.
Hacer ejercicio físico regular y sentirse útil son claves para prevenir la depresión y la soledad.  También que hablar es bueno desde el punto de vista Psicológico, Está demostrado que las personas que forman parte de un grupo familiar, de amigos, religioso, deportivo... superan mejor la adversidad que quienes se sienten aislados. También es bueno escribir lo que se siente, porque hay gente que escribe con más facilidad que hablar.

Hay algunas pautas que pueden ser útiles para evitar caer en la depresión y facilitan salir de ella cuando esta recién asoma, es leve o moderada y se trata de una de una respuesta a una situación temporal:
Establecer una red de soporte social y amistades. Agrupaciones, grupos parroquiales, cursos de idiomas, artes, computación, trabajo social, colonias de extranjeros, etc.
Ocupar el tiempo en actividades nuevas y productivas. Muchas veces caemos en una rutina de actividades reducidas sin darnos cuenta, trayendo como consecuencia el empobrecimiento de nuestras relaciones humanas, culturales y económicas. Es conveniente romper esa rutina realizando alguna actividad que nos hubiera gustado desarrollar y hemos pospuesto.
Tener un programa moderado y constante de ejercicios. Ya está comprobado que existe un compuesto hormonal que está relacionado al "tono vital", se le llama endorfina, que junto con la serotonina son las "hormonas de la alegría", el cuerpo las sintetiza naturalmente al realizar ejercicio muscular intenso en forma regular. Los diferentes tipos de danza son una buena alternativa.
Poner más atención al cuidado físico y arreglo personal. Al inicio de la depresión se aprecia despreocupación en el cuidado de la apariencia personal, lo que a su vez hace que al vernos al espejo o recibir comentarios al respecto nos sintamos peor todavía.
Estos consejos pueden ser efectivos para prevenir la depresión o cuando está en su fase de inicio y el origen no es de mayor relevancia para los planes y metas de vida de la persona.
Sin embargo si esta se debe a la pérdida real o virtual de alguien que constituye un eje afectivo en la vida del sujeto, si la depresión ya está instalada por más de 3 meses, si está asociada a la presencia de ansiedad, con dolor existencial e interfiere en la efectividad laboral; entonces no sólo es necesaria la psicoterapia, sino que puede ser conveniente el uso de psicofármacos para compensar bioquímicamente a la persona y es el psiquiatra el profesional indicado para recetarlos.
Desde luego que no es suficiente con el tratamiento farmacológico, también es necesaria la psicoterapia a fin de "reparar" las estructuras mentales y afectivas que han sido afectadas por el evento o situación desencadenante; igualmente es necesario guiar o acompañar a la persona en la re elaboración de su "nueva vida" y el proceso psicoterapéutico debe ser conducido por un profesional debidamente entrenado.
Es conveniente señalar que se debe ser muy cuidadoso al "aconsejar" o "intervenir" en los casos de depresión, especialmente si no se ha realizado la evaluación que permita conocer el nivel de profundidad y las causas de la misma, pues si bien existen que algunas que son "fácilmente manejables" y nuestra intervención puede o no tener mayor trascendencia, igualmente hay otras en las que el daño a la integridad de la personalidad es tal que un desacierto puede conducir a un desenlace lamentable.

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